En el verano de 1995 se produjo la llegada de los Rolling Stones a la Argentina. Pappo abría los conciertos a las cinco de la tarde, a plena luz del día, y a lo sumo con quince mil personas, cifra que se cuadruplicaría al momento del show de los Stones. El público fue respetuoso con Pappo, pero el último día sucedió algo fuera de la rutina: Pappo invitó a tocar a sus compañeros de Riff. Hicieron cuatro temas y el estadio se vino abajo. Parecía existir una conexión con el repertorio de Riff que era mucho más fuerte que la que tenía el público con el material de Pappo solista. "George Bray era un amigo nuestra -cuenta Michel Peyronel-, que era de familia inglesa y hablaba el idioma a la perfección. Entonces, cuando venía una banda de afuera, siempre lo contrataban las productoras para tenerlo como link. Cuando los Stones vinieron por primera vez, George cumplió ese rol. Los teloneros naturales eran los Ratones y los plomos se cagaban de risa jugando a ver de qué tema era afanado el tema que estaban haciendo los Ratones. Y nosotros fuimos de invitados un día, en el show de Pappo's Blues. Y George les dijo que iban a conocer a los verdaderos Rolling Stones argentinos. Y se apareció todo el crew de los Stones para chequear a la banda, porque teníamos una intensidad impresionante. El despliegue de energía esa noche fue tremendo".
Fragmento de Pappo, el hombre suburbano, de Sergio Marchi.