La mayor amenaza, claro, no son los bichos sino sus clientes. "Hay algunos que te reciben al grito de '¿Qué les traés, el alimento? Cada vez hay más', y resulta que los tipos son unos mugrientos de aquellos", relata entre risas. Más allá de algún arranque de malhumor matinal, Andrés asegura que no vive su condición de músico trabajador como una carga. "Tiene su parte copada porque te manda a tierra, te da la posibilidad de tomar contacto con una realidad distinta". Algo de esas charlas logra colarse, más tarde, en su quehacer musical. "Esas conversaciones -un tipo que echaron del laburo, un jubilado que te cuenta cómo lo están cagando- te dotan de un sentimiento que después aflora en las letras". También una que otra cucarachita ha logrado agenciarse un postrer homenaje: "Lo de dedicarles una canción -"Fumigator", incluída en Ay, Ay, Ay. el segundo de Los Piojos- salió porque no es lo mismo estar sellando papeles que trabajar con un ser vivo. Los bichos saltan, se dan vuelta, entran a sacudirse y yo, de última, estoy viviendo gracias a ellas", reconoce. "Tanto de fumigador como por el lado de SADAIC".
Nota incluída en el especial "Poniéndole el hombro al rock", escrito por Analía Farjat y publicado en el suplemento Sí del 10 de marzo de 1995. En el informe también apareció María Fernanda Aldana como maestra jardinera (foto con delantal incluída), Topo Armetta (en ese momento, bajista de Massacre) como fotógrafo y Tito García, de Lethal, como sodero.