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Arte y nada más

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“Quizás el arte nunca sea tan político como cuando es arte y nada más”. La frase es de Tomás Gubitsch y resume Tigres en la lluvia, la aventura de Invisible en El jardín de los presentes, el excelente libro de Martín Graziano que acaba de publicar Colección Vademécum.

Graziano relata la historia del grupo que Luis Alberto Spinetta lideró entre 1973 y 1976, la banda más de culto que tuvo el Flaco. La más “difícil” y volada. La que nada tuvo que ver con el clima social de la época pero que de todas maneras lo retrató en varias canciones de los tres discos que grabó.

Spinetta, que venía de separar Pescado Rabioso y de grabar Artaud en solitario, convocó a Pomo Lorenzo y a Machi Rufino, la base de Pappo’s Blues III, temible y virtuosa, para conformar un grupo horizontal. Pero el peso de su entidad artística fue mucho más fuerte y dominó casi por completo las creaciones de la banda. “Era casi imposible componer en conjunto o tener la misma fluidez creativa de Luis. Yo sentía una gran vergüenza de mostrarle algo escrito por mí”, reconoce Machi en el libro.

Tras repasar la breve e intensa historia de la banda, Graziano se detiene en los elementos que llevaron a Spinetta a componer El jardín de los presentes (1976), una obra que se transformó en uno de los discos más celebrados del rock argentino. Aparece Gubitsch como cuarto integrante, un guitarrista virtuoso de 18 años que funcionó como la representación corpórea de ese puente que se venía gestando entre el tango, el rock progresivo y el jazz a través de compositores e intérpretes clave como el propio Luis Alberto, Rodolfo Mederos, Charly García y Astor Piazzolla. Hay un fugaz encuentro con Jorge Luis Borges en el departamento que el escritor tenía sobre calle Maipú, en el centro de Buenos Aires.

Pero Spinetta no tomó las influencias directas sino que creó en base a una lectura propia. “El jardín de los presentes acusa menos el influjo de las obras de Borges y Piazzolla que la gravitación de sus mundos”, escribe Graziano, y acierta. Spinetta deja de lado las composiciones progresivas y extensas de Durazno Sangrando y retorna a la canción urbana que había explorado en Almendra, pero no busca una estética de porteñidad clásica. Opa, Zappa, el poeta Gary Snyder y Mahavishnu Orchestra se enumeran en el libro como artistas que se encontraban en sintonía con la banda en 1976. El disco también fue resultado de la necesidad de Spinetta de “abrir las cucas”, algo que a una parte de su público, como siempre, le costaba entender.

“Dentro de Invisible se cifraba uno de los dilemas irresueltos del progresismo: la tensión entre la izquierda y la contracultura”, se puede leer en el libro. También que Spinetta, como Dylan, no reclamaba “mejores condiciones para los obreros” sino que “proponían otra vida: la revolución de los sentidos”. Tigres en la lluvia muestra claramente cómo Luis Alberto Spinetta retrató los ánimos de la última dictadura militar a pesar de haber intentado lo contrario. Canciones como “Las golondrinas de Plaza de Mayo” tuvieron una carga simbólica distinta para el público. Spinetta no hablaba de exilios, viajaba directamente al espacio en “El anillo del Capitán Beto”. No fue explícito como Charly en Películas (1977), de La Máquina de Hacer Pájaros, pero transmitió la paranoia del encierro, cierta nostalgia por lo pasado y la sensación de incertidumbre del presente. Era, finalmente, “un cósmico de barrio” que latía con su tiempo.

                       


Publicado en Rock Salta

De vieja escuela pero actual

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En los estudios de Canal 10 de Tucumán, en Yerba Buena, se vivieron momentos de incertidumbre total el pasado mes de septiembre. Los miembros de la tribuna del late night show De Noche con Miguel Martín no pudieron ocultar gestos evidentes de perplejidad, risa y confusión. No entendían nada de lo que pasaba entre esos cuatro muchachos de elegante negro que se desgarraban las entrañas en el escenario con una música imposible para los estándares comerciales televisivos. Mientras el cantante emitía alaridos dignos de clímax de película de terror, una mujer de rulos intentaba contener la carcajada y una chica joven se tapaba la cara en inequívoca pose de incredulidad.

Dos semanas después, Raúl García Posse, cantante y guitarrista de la Senegal Grindcore Mafia, está sentado en un bar del barrio de Parque Chas, en la Ciudad de Buenos Aires. Ya no está vestido de negro y con una tranquila voz cuenta la risa que les provocó a él y a sus compañeros ver el video de la reacción del público en el canal. Les gustó tanto que lo usaron para promocionar la inminente aparición de Ido y Lúcido, el segundo disco del grupo, que se publicará el 23 de octubre en CD y cinco días después se podrá escuchar en formato digital.

Raúl cuenta que en “Rocco invade Polonia”, la canción que mostraron en la tele, la voz tiene una exigencia “descomunal”, algo que podrían certificar en Canal 10. El resto del álbum fue construido en base a un sacrificio similar, ya que durante todo el proceso de creación, los cuatro músicos (a la banda la completan Pablo Lamela Bianchi en bajo, Gaspar Rojas en guitarra y voz y Germán Gómez en batería) trabajaron con una intensidad que por momentos los aniquiló física y mentalmente. “Después de eso (cantar en televisión), fue el momento en que encontré lo que venía buscando. Logré cantar el disco y quedar con resto y ganas para seguir. Cosa que no me había pasado, para mí era como correr una maratón de rodillas. Un montón de veces tenía ganas de decir ‘muchachos, por favor paremos, que me está matando’. Y lo mismo pasó con cada uno de los integrantes. Todos hemos tenido algún problema psicosomático”, dice.

Para definir Ido y Lúcido es conveniente citar una frase que aparece en el libro interno del propio disco: “Un planchazo en la espalda, de esos que te hacen tirar la cabeza hacia atrás”. En cuarenta minutos, la banda ofrece “violencia apta para todo público” condensada en seis canciones: “3DXH”, la ya mencionada “Rocco…”, “Está estallada”, “Un cinto y un placard”, “Doble yema” y el bonus track con “Los sobrevivientes de Armstrong”.

                    

“Queríamos hacer un súper disco grabado en vivo en un súper estudio”, recuerda Raúl. “Una vez que decidimos que íbamos a hacer un súper disco salió el nombre, que tiene que ver con el proceso de composición -sigue-. Hay ensayos que se plantean un poco como una salida de fin de semana. Nos ponemos a ensayar y capaz que tomamos unas birras, fumamos un poco, estamos todos re locos componiendo y salen cosas increíbles. Y después, en un punto, nos chocamos contra la pared. Entonces tuvimos que buscar otro medio, que era la lucidez absoluta. Nos prohibimos cualquier sustancia en ensayo, era todo súper rígido y eso nos hizo avanzar un montón. Fue toda una tarea de descubrimiento, de encontrar el medio entre muchas cosas y alejarnos de los extremos también. Tiene ese tinte existencialista el disco. En ese sentido, habla mucho del estrés, del miedo. Esa idea de encontrar el medio entre los opuestos hizo que pasemos de querer hacer un disco doble, uno Ido, otro Lúcido, a descubrir que en la composición esos dos conceptos están todo el tiempo. Al punto que no se diferencia si es psicodélico o si es súper pesado”. Ido y Lúcido se grabó en vivo en el estudio cordobés Sonorámica, durante dos sesiones realizadas a fines de mayo. Para Raúl, se trata de un disco “bastante visceral” que al mismo tiempo suena “bastante producido”. “Si no te digo que está grabado en vivo podrías llegar a pensar que está grabado en ochenta tomas hasta encontrar la correcta. Viste que por ahí las transiciones entre algunos riffs o algunas texturas se logran a través de la computadora, con algunos programas o efectos. En este caso, nos planteamos la idea de mezclarlo nosotros con las manos. Es decir, todo el manejo de las intensidades, los volúmenes, las intenciones y la dinámica que tiene el disco, buscamos lograrlo con las manos. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos acostumbrados a tocar todo el tiempo fuerte, lo cual en cierto punto estaba bueno, pero nos dimos cuenta de que teníamos que bajar la intensidad para que cuando quisiéramos subirla, se note”, explica.

“Gracias al ingeniero que se encargó de la grabación, que es Sebastián Ruiz, hemos aprendido que más distorsión no es más pesado -aclara Raúl-. Le dimos más lugar al bajo y ahora tiene menos distorsión pero se nota más la dinámica. Hay partes donde le empezamos a pegar muy fuerte y hasta pareciera que con la computadora se subió el volumen del disco. Como que te empieza a saturar un poco todo, y todo está en las manos. Y lo mejor, en ese sentido, fue que cuando laburamos con Jack Shirley el tema de la mezcla, el chabón nos dio a entender que la experiencia fue muy buena y muy fácil. Ya estaba gran parte del trabajo hecho. Por supuesto, el toque del chabón lo potenció diez veces”.

La banda grabó el disco y fabricó mil copias gracias al aporte de cientos de “activistas”, que pusieron el dinero necesario. Los músicos quisieron lograr un elevado nivel de interacción con el público que fuera incluso más allá del financiamiento colectivo. A principios de año abrieron un grupo de Facebook donde explicaron sus objetivos: “Los tiempos han cambiado; tenemos tantas herramientas de comunicación disponibles que nos parece justo y necesario comenzar a hacer todo desde el ‘nosotros’. Queremos que el disco sea plural, que lo sientan suyo”, escribieron a modo de bienvenida. El grupo consultó con más de 800 usuarios todo lo relacionado a la creación del álbum. Desde el diseño hasta la manera de difundirlo. En dos días recolectaron treinta mil pesos.

“La campaña duró cincuenta días. En realidad podría haber sido un poco menos. Por lo general suelen durar un mes, cuarenta días. Nosotros pusimos cincuenta como para estar seguros y la mayor sorpresa que hemos tenido ha sido que a los dos días de haberlo lanzado ya estaba cubierto el cincuenta por ciento. En base a ese factor hemos sacado un montón de conclusiones. Por ejemplo, para que el Ente de Cultura de Tucumán nos diera diez mil pesos para este disco hemos tenido que presentar una carpeta e intentar empujarla una vez dentro durante cuatro meses. Y viene la gente y en dos días te da treinta mil”, cuenta.

Los aportes llegaron desde Buenos Aires y Tucumán, principalmente. “Pero estuvo bastante repartido -dice Raúl-. Hay mucha gente del sur, hay gente de Misiones, de Corrientes, de un montón de provincias que hasta ahora no visitamos, no fuimos a tocar. Está bueno porque, más allá del laburo que hacemos de difusión en redes sociales y todo eso, de alguna forma se va conociendo un poco más”.

La forma de trabajo que implementó la banda busca una transformación del under que le permita a los músicos poder realizar una carrera lo más profesional posible: “No es plantearlo como salir del under porque hablando en esos términos también empiezan a aparecer las palabras ‘emergente’, que está buena pero a su vez tiene como una connotación despectiva, que te tira para abajo, como que no está arriba ni en el medio, está queriendo salir. Justamente, nosotros sabemos de dónde venimos, hemos hecho ese laburo, nos hemos sincerado con nosotros mismos y hemos tratado de cubrir y definir en dónde estamos parados, en qué momento. Y nos dimos cuenta de que no estábamos en un nivel del todo bueno, en el sentido que no nos permitía trabajar con la música”.

“En el under hacer música es un lujo, un gustito que te das en el tiempo libre, entonces la propuesta es transformar el under en algo que nos sirva para trabajar. Y en ese cometido el rol de la gente es fundamental. La cantidad de plata que hemos juntado con la campaña de financiamiento colectivo responde también a un montón de cosas que están mucho más allá de la música y que de donde venimos nosotros, del nivel que venimos, no le venimos prestando atención. La gente puso toda esa plata sin haber visto la tapa del disco, sin haberlo escuchado. Yo estuve dos días sin dormir tratando de entender. Viste que está esa creencia que hacés algo, pegó y se hizo viral y funcionó. Y no fue así. Empezamos a pensar qué es lo que generó esto, más allá de la música, más allá de que es gente que por ahí escuchó el primer disco (Hay daño en casa, de 2015), le gustó mucho y dijo bueno, vamos a apoyar. Está esa expectativa pero a su vez creo que va mucho más allá, tiene que ver con un montón de cosas. La base de todo eso es la confianza y creo que eso se debe a que nosotros hemos sido muy transparentes en todo momento. Nos mandamos un par de cagadas con los plazos, con un par de cosas, y lo hemos comunicado a la gente, hemos explicado cosas que por ahí el público en general no conoce: el tema de la mezcla, la masterización, en qué consiste, para qué sirve. Y todas las dificultades que hemos tenido. Y en algunas ocasiones las soluciones vinieron de parte del público”, dice.

En la contratapa del disco, la banda aclara que es “bienvenida toda reproducción, réplica, copia, imitación, canje, préstamo, regalo, radio difusión y ejecución pública”. “No hace falta autorización, no te lo guardes”, pide. Para Raúl, la Senegal está más lista que nunca para ser difundida: “Algo que hemos descubierto es que no todas las bandas son grupos. De hecho, la Senegal Grindcore Mafia, en el primer disco, no era un grupo, era una banda. Todos tocábamos con cierto nivel, la banda sonaba bien, estaban buenos los temas, estaban bien grabados, estaba bueno el disco, pero no tenía la contundencia que tiene este álbum en particular, no solamente en lo musical sino en cuanto a las decisiones y en cuanto a la transparencia. Hemos llegado al punto de poder contarle a la gente un problema y que uno de los chicos pueda hablar en nombre de todos los otros y que después no haya problemas. Eso parece una boludez pero es así. Si hablás con un fotógrafo, un iluminador o un sonidista te van a decir ‘vino el cantante, me dijo que íbamos a hacer tal cosa y después el bajista me dijo otra’. Se generó esa unión con la gente misma. Nosotros estamos proponiendo algo con lo que la gente se está identificando. Vamos a hacer de esto un medio de vida. Creo que ahí está el punto en el que nos unimos con la gente. Todos quieren que la movida crezca, quieren ver a su banda, a la banda que le gusta, tocando en un lugar más grande, con mejor sonido, con luces”.

Después de que el disco sea publicado y distribuido, llegará el momento de trasladar la experiencia al vivo. Y el objetivo será lograr la interacción con el público para llevar a cabo buenos shows: “Justamente veníamos hablando de ese tema, respecto a que toda esta transformación que ha tenido la banda ha girado en torno a grabar el disco y materializarlo. Ahora tenemos el objetivo de tocarlo y generar un espectáculo, una experiencia de eso que está en el CD. Si me preguntabas hace un año tal vez yo hubiera creído que era ir, tocar y nada más. Ahora nos dimos cuenta de que tenemos que prestarle atención a un montón de cosas: las luces, la puntualidad, a que la gente esté cómoda, a que sea temprano, a que no sea una noche de reviente. No nos gusta que el rock siga siendo sinónimo de peligro. Queremos cambiar esas condiciones impuestas desde afuera. Por lo menos para nosotros y después para el que le haya gustado, para que pueda hacer algo propio y tomarlo de referencia. Acá en el disco decimos que es violencia apta para todo público, como una forma donde la violencia se vuelve un poco sana. Trata un poco de eso, de las contradicciones y de encontrar el punto medio”.

                    
 
Artículo publicado en el número 24 de la revista Rock Salta, de octubre de 2017.

Un fuerte vendaval

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Esta semana apareció la historia oral que escribí sobre Ciudad de pobres corazones, de Fito Páez. Entrevisté a varias personas (no entraron todos los testimonios en la nota), investigué en algunos archivos (tampoco entraron todos) e intenté reconstruir el proceso creativo que derivó en ese discazo lleno de angustia, tristeza y bronca

Pueden leer la nota haciendo clic acá.

Quiero estar la vida entera escuchando al bicolor

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(Foto de Andy Cherniavsky. Fuente: acá)

Esta noche toca Charly (Gourmet Musical), de Roque Di Pietro, es un libro excepcional, fundamental para cualquiera que disfrute de la música de Charly García. Es un recorrido cronológico que revisa buena parte de los conciertos que García brindó entre 1956 y 1993. Arranca con las audiciones de fin de año del conservatorio Thibaud-Piazzini, donde el artista estudió piano hasta 1964, y cierra con el recital en la cancha de Ferro del 17 de diciembre de 1993.

Di Pietro tardó ocho años en poder completar esta investigación de 600 páginas. Realizó más de sesenta entrevistas a músicos, mánagers, periodistas y otros personajes que rodearon a Charly durante casi cuatro décadas. Incorporó una cantidad impresionante de material de archivo: entrevistas inéditas, fotos y afiches que confirman datos, desmienten leyendas y aclaran varios grises de la carrera de García.

Todas las fuentes posibles están citadas o fueron consultadas. Hablan hasta los compañeros de conservatorio, que no tenían ni idea de que habían compartido educación musical con el ídolo. Di Pietro fue mucho más allá de los lugares comunes de la historia de Charly y aportó información que los seguidores más entusiastas sabrán apreciar (el mellotron, el dato del fotógrafo de The Band, el del tío de Pappo).

En los conciertos reseñados de Sui Generis, Porsuigieco, La Máquina de Hacer Pájaros, Serú Girán, el dúo con Pedro Aznar y la carrera solista se pueden percibir las evoluciones de Charly. Los experimentos, los detalles musicales que no trascendieron, las letras que se modificaron, los temas nunca grabados. Una carrera paralela sobre los escenarios que complementa el mito construido en los discos y los escándalos mediáticos. El libro se detiene justo antes del comienzo de la etapa Say No More, una época que merece un volumen propio.

Quizás todo este libro es material para fan exagerado. Quizás para conocer la genialidad de Charly sólo hace falta escuchar canciones imbatibles como “Adela en el carrousell” o poner una y otra vez Clics Modernos, como hizo León Gieco cuando se le trabó el pasacassette durante un viaje a Cañada Rosquín. Pero Di Pietro consigue que hasta lo más minucioso sea apasionante. Logró, en definitiva, la biografía más completa de Charly García.

                 

Esta reseña fue publicada hace unos días en La Agenda.

Se viene un nuevo número de Rock Salta

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Esta semana aparecerá el número 25 de la revista Rock Salta, con Bruno Arias, Mariana Päraway, Crack Bang Boom, Cosquín Rock por Latinoamérica y más. La foto de tapa es de Edgardo Kevorkian.

Post chabón

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(Foto: Mathias Magritte - Facebook Los Espíritus)

Es increíble que un proyecto encabezado por Maxi Prietto haya convocado a cuatro mil personas. Parece inexplicable el éxito que Los Espíritus tuvieron este año y que el sábado los llevó a llenar el estadio cubierto Malvinas Argentinas, más grande que Obras. La música densa que ofrecen, sin la comodidad estética de un show masivo, no se asemeja a los estándares del rock argentino más popular de estos tiempos, aunque su origen sea el mismo. Sin embargo, la banda consiguió girar por las provincias y el exterior con un crecimiento que por ahora no parece detenerse.

El recital, larguísimo, de casi tres horas, empezó con “Huracanes” y “La crecida”, las dos primeras canciones de sus últimos álbumes, los que abrieron la puerta de la masividad. El estadio no fue un elemento circunstancial. Los Espíritus, o al menos su esencia, pertenece a La Paternal, el barrio de Pappo, donde está anclado el Malvinas. Allí sucede gran parte de las historias que Prietto y Santiago Moraes, el otro cantante del grupo, ofrecen al público. Las estaciones, los trenes que van y vienen, los vendedores ambulantes con altoparlantes, los perros que se van con la correntada de las calles inundadas por las lluvias, las miradas contenidas de los laburantes que se bancan los aumentos y el atropello policial. Todo eso también sucede en Salta, Tucumán, Bogotá y México, la empatía se hace inevitable.

En la conexión de esas letras y la música quizás esté la clave para entender la popularidad creciente de un grupo identificado con el indie pero que es rock nacional y popular. ¿Los Espíritus son el mejor legado de Los Piojos? ¿Son la banda que Pity Álvarez no logró crear? ¿Son la prueba de que la influencia del rock argentino de los noventa no deriva inevitablemente en La Beriso? ¿O es Manal nomás, sin filtro noventoso? Es injusto reducirlos a un producto nac & pop (después de todo, la psicodelia y el blues no tienen bandera) pero también es imposible negar esas referencias locales. Si el terminó After Chabón de Sumo era una joda y quedó para determinar una etapa de nuestro rock que explotó pocos años después, lo de Los Espíritus podría ser Post Chabón, la misma línea, treinta años después, atravesada por una mirada que es más piel curtida y aplomo que cinismo y rebeldía.

Mientras los músicos tocaron lo suficiente como para extender todo lo posible la fecha más importante del año, abajo las cuatro mil personas bailaron, insultaron y poguearon. Hay que ver a Los Espíritus en vivo. De ser posible, de pie, para poder terminar de sentir la experiencia del ritmo, las zapadas y los climas. Hay que escuchar las letras (“las balas las carga el diablo y las descarga un gendarme”, cambio oportuno) y recrear la rueda que mueve al mundo, como si se tratara de un recital de la Mona.

Ahora quizás se venga lo más difícil para la banda: mantener la calidad de los discos, variar musicalmente para seguir creciendo y parir nuevos clásicos. Todo indica que lo van a lograr.

Publicado en Rock Salta.

Atravesando todo límite

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El 12 de octubre apareció La Flecha, el cuarto disco de Mariana Päraway. El álbum, publicado por el sello platense Concepto Cero, fue producido por el mexicano Ernesto “Neto” García. Se trata del trabajo más pop de la mendocina, que contó con la participación de Andrea Echeverri, Loli Molina, Violeta Castillo, Ruzzi, entre otras invitadas. Siete canciones nuevas que en menos de 25 minutos le dan a Päraway la posibilidad de llevar su folk barroco a todo el continente.

“Todo el proceso de composición empezó en octubre de 2015. Durante ese verano me encerré y compuse las veinte canciones que me habían pedido como punto de partida”, cuenta. La Flecha es el sucesor de Hilario (2014), el último disco en el que Mariana incluyó letras en inglés y francés. “Después había objetivos personales, como escribir todo en castellano, que hizo que fuera un poco más difícil. Para mí fue un desafío gigantesco y estuvo re bueno, porque en uno de los meses compuse cinco canciones. Nunca me había pasado, siempre había tenido períodos más largos. Fue muy interesante buscar las formas de no repetirse tanto, de ver cómo decir las cosas”.
– También eso hace a la temática del disco.
– Sí, en realidad todo el disco, las veinte canciones, hablaban del movimiento, que fue el concepto que me propuse trabajar. A partir de ahí, imaginate que movimiento es todo. Igual, las canciones fueron elegidas por otro tipo de cuestiones, ni siquiera las elegí yo sola. Con el productor y con Concepto Cero hicimos varias listas.
– ¿Cómo surgió la idea de grabar en México?
– A Neto lo conocí cuando estaba por sacar Hilario. Vine a firmar el convenio con Concepto Cero y él estaba trabajando en el disco de Shaman (Herrera). Nos conocimos, pegamos mucha onda, él fue a verme a un show y empecé a mandarle canciones para que me dijera qué le parecían. Cuando decidimos trabajar con él primero viajó Nico (Madoery, de Concepto Cero) a trabajar un poquito las canciones y ver qué rumbo tomar. Después viajé yo, también para aprender un poco cómo es la industria y cómo son los públicos, ver cómo es todo en otros lugares. La verdad que estuvo muy interesante, con Neto aprendí bastante, me sentaba al lado suyo mientras trabajaba. Después Neto viajó para acá en noviembre y ahí terminamos de grabar todo, así que es un disco con millas (risas).
– Del concepto de movimiento quedó el título del disco, pero en la lista de canciones la flecha no aparece.
– “La flecha” es una canción que no quedó dentro del disco pero que nos parecía que encerraba muchas cosas en el nombre. Porque vos pensás en una flecha y pensás en la fuerza, en apuntar, en un objetivo, en movimiento. Yo me imagino algo muy visual y muy directo. Y nos parecía que tenía mucho que ver con todo lo que queríamos decir. No sólo con las letras de las canciones sino con toda la actitud y con todos los objetivos que nos hemos propuesto para este disco.
– El concepto más fuerte que aparece es el de “femenino y feminista”.
– Eso fue un poco un devenir. No fue un planteo explícito. Fuimos llegando naturalmente a un lugar que primeramente tiene que ver con esto que te digo de elegir el castellano para hacer todas las canciones.
– ¿A eso lo elegiste vos?
– Me lo venían diciendo un montón: “Che, ¿por qué no cantás todo en castellano?”. Me lo propuse seriamente y me costó mucho. Pero en eso me encontré en una poesía diferente. Me parecía que ahí empieza lo femenino y feminista. Porque yo también me fui encontrando en el lugar de feminista. Como que actitudes que tenía frente a muchas cosas empezaron a tener un nombre real y gente que quería lo mismo. Y después me empecé a dar cuenta de todas las cosas por las que estamos atravesados que no nos gustan y que intentamos cambiar. Con todas mis amigas y amigos y mi pareja charlamos todo el tiempo de esto. Con el sello, como amigos, charlamos mucho de esto. Entonces empezamos a encontrar ahí un lugar fuerte y muy personal por el que estamos todos atravesando. No es porque está de moda, sino decir “realmente estamos por este lado”. Y después porque también hay una de las canciones, que se llama “Carnada”, que habla de un femicidio pero desde otro lugar. Y cuando con Neto nos pusimos a hacerla nos dimos cuenta de que había terminado en un danzón cubano y dijimos “es una canción de protesta”. Y todo nos cerró ahí. Todas las mujeres que empezamos a invitar son mujeres que plantean esto.
– Todo lo que tiene que ver con la reivindicación de los derechos de las mujeres está muy fuerte en nuestro país. ¿Cómo resuena eso en otros países del continente? ¿Tuviste oportunidad de percibirlo o charlarlo?
– En realidad yo todo el tiempo hablo con mis amigas músicas sobre esto porque todo el tiempo estamos en ésa, respondiendo preguntas a la prensa sobre “qué se siente ser mujer”. Y una dice “¿todavía tengo que seguir contestando esto?”. Pero sí, todavía tengo que seguir contestando esto. Yo leo y sigo mucho un blog chileno que se llama Ruidosa y hace poco estuve posteando una investigación que hicieron acerca de la presencia femenina en grandes festivales de Latinoamérica y la verdad que es lamentable. A principio de año estuve en Dinamarca haciendo una experiencia de composición colectiva, hacíamos grupos. Yo pedí estar en un grupo sólo con chicas para también explorar qué pasaba en otros lados. Estuve con una chica de Inglaterra y una dinamarquesa. Y por más que la igualdad entre el hombre y la mujer, sobre todo en los derechos, es mucho mayor en Europa, igual teníamos muchas cosas en común. Como que todavía, indefectiblemente, los hombres músicos creen que vos no sabés nada, que te tienen que enchufar las cosas, afinar la guitarra. Es muy loco eso.
– ¿Eso pasa?
– Sí, me pasó hace muy poquito, en un show donde el sonidista me decía “¿está bien el volumen de tu guitarra?”, y yo le digo que sí y el chabón metió la mano dentro de mi guitarra para tocar los controles del micrófono. Lo sentí casi como una invasión a mi cuerpo, porque la guitarra está pegada a mí. Fue muy loco. Y todavía sigue pasando. Por más que una haya tocado mil veces, tenga discos y lo que sea, en la mente de las personas vos no tocás bien, no hacés las cosas bien. Todavía hoy tenemos que seguir respondiendo esas preguntas, seguimos siendo invisibilizadas. Por ahí las cantantes nos vemos más, ¿pero qué onda las sonidistas, las técnicas, las productoras?
– Está preestablecido que hay muchas cosas que las mujeres no pueden hacer.
– O que las hacen mal porque no saben tan bien como ellos. Es muy loco, ese pensamiento es ridículo pero sucede todo el tiempo. Ahora en la tapa del disco salgo con un escote muy pronunciado y la gente cree que es para vender más. No, no, me encanta mi escote, ¿por qué no puedo mostrarlo? ¿Por qué los músicos salen en cuero en todos lados y no se dice nada y yo salgo con una camisa y se dicen cosas? Es loco.
– En una nota reciente en Página 12 dijiste que sos una mujer distinta a lo que la sociedad te dice que tenés que ser. ¿Qué quisiste decir?
– Y… yo tengo casi 38 años y no tengo hijos. Cada vez que voy a viajar la gente me pregunta “lo llevás a tu esposo, ¿no?”. Siempre, todos los viajes. No sólo una persona, muchas me dicen “va con vos”. No, no, estoy trabajando y él trabaja en sus cosas. O el otro día: un taxista me llevaba y me dice “debe estar chocho tu esposo”. Digo, sí, porque él sabe que lo que hago me hace feliz.
– Él te lo decía por “qué bueno que te vas”.
– ¡Claro! Es muy loco. No soy una mujer que está en su casa criando hijos. A mí me encanta cocinar y estar en mi casa pero por la vida que tengo no sé si soy la que se espera que sea. Los roles que queremos para nuestras vidas son todos válidos.

                    


– Ahora está de moda el indie mendocino. ¿Te sentís parte?
– Yo no he sido nunca parte de una escena. Por ahí está mal, no lo sé. Yo hago la música que hago. Porque también la escena mendocina es muy de chabón y las mujeres siempre hemos estado medio aisladas. Por ahí la Agus Bécares está más en la escena del indie, Paula Neder está en una escena mucho más folclórica. Es pop pero también es más folclórico. Igual que la Fer Alemán. Pero no hay tantas mujeres visibles. Hay muchas que tocan. Pero volviendo a lo de la escena: yo a todos los conozco hace mil años. Lucca (Beguerie, de Usted Señalemelo) tocaba en mi banda la batería, lo conozco desde que tiene cuatro años. También eso: son chicos mucho más jóvenes. Pero sí he compartido mucho con Mi Amigo Invencible, somos más o menos de las mismas épocas. Y la verdad que es loco mirar eso. Quizás tenga que ver con buscar cosas a las que no pertenezco. También me he mudado mucho. Nací en General Alvear, de ahí me mudé a Santa Rosa, de ahí me mudé acá a Buenos Aires, después a Mendoza capital y ahí vivo hace casi 18 años.
– ¿De quién te sentís cerca?
– De Mi Amigo Invencible pero porque también hay otros vínculos. Con la Agus hemos tocado un montón, con la Paula soy amiga. La verdad que no sé. Siempre me incomodaron los rótulos porque te quitan libertad de acción. Entonces prefiero sentirme cerca de la gente que quiero.
– Te lo preguntaba porque los periodistas siempre intentamos instalar una referencia conocida, pero a veces capaz que la referencia para el artista sea una persona fuera del radar. Quizás no sea, por decir algo, Cerati, sino alguien de perfil bajo de Mendoza que te pegó mucho.
– Cuando era adolescente mi banda favorita era Babasonicos. Después se empezó a diversificar un poco y empecé a escuchar PJ Harvey y he tenido momentos: cuando hice Hilario estaba escuchando muchísimo a Joanna Newsom y a CocoRosie. Lloraba, era muy fuerte lo que sentía. Y en este disco he escuchado mucha gente en castellano, muchas chicas. Me parece que está bueno eso de “a veces me siento más cerca de alguien que ni siquiera habla mi idioma” o “a veces me siento cerca del que está al lado”. Creo que influencia es todo lo que te toca, todo lo que te emociona. Y lo que hacen mis amigos me emociona. Entonces, seguro que estoy influenciada por la Paula y por gente sensible, sin que yo me dé cuenta y que sea tan explícito.
– ¿Estás cómoda con el sonido más pop de este disco?
– En realidad cada disco ha tenido su canción pop: “Sirena” en Hilario, “Bailar” en Los Peces. En esta es “Valeriana”. Pero las otras, por más que tengan sonidos más pop, siguen siendo canciones duras. “Plan de vuelo” se la dediqué a mi papá, que se murió cuando yo era bebé y entonces nunca supe qué era, siempre fue lo que me dijeron. Por eso todo el tiempo es “dicen que no sé qué, dicen que no sé cuánto”. Y la canción es muy rítmica, entonces te saca un poco de ese lugar. “Fitzcarralda” dice tengo mi objetivo y es hacer esto y la muerte me va a llevar haciendo esto. No son canciones boludas (risas). A mí no me molesta el pop. Pasa que en un momento en Argentina lo pop parecía mala palabra. Y no lo es. Soda Stereo es pop y es innegable.
– ¿Cómo hiciste para llegar a las veinte canciones reglamentarias? ¿Cómo se hace para crear en cantidades?
– En un momento me sentí una máquina de hacer chorizos, pero como había estado trabajando en el concepto desde antes tenía muchas ideas que quería contar. En mi cuaderno de canciones (tengo uno para cada disco, después me sobran quince mil hojas) lo primero que hice fue anotar todo lo que me sugiriera movimiento. Y ahí había muerte, engordar, de todo, porque son formas de moverse. Empecé a tomar de ahí. Yo soy maestra, así que en las vacaciones de verano me puse con todo. Me sentaba en mi habitación donde tengo mis instrumentos y me sentaba a escribir, a tocar y a ver.
– ¿Cuál era tu ritmo de composición antes de ese proceso?
– Era totalmente “cuando fuera”. Creo que también ésta libertad de rótulos de la que te hablo también pasa por ahí. Tengo canciones de todos los tipos. Hay muchas canciones que surgieron de sentarme todos los días y otras en las que la inspiración vino. Pero tampoco me parece que sea magia, porque me hablaban y yo estaba “movimiento, movimiento”, tomando nota y obsesionada. Todo me remitía al disco. Me parece muy fascinante cómo trabaja el cerebro. Por un lado está bueno y por otro la gente que se junta con vos te odia (risas).


“Este fue el primer disco en el que todo fue a la par: la elección del nombre, de la tapa, de los temas. Todo lo hicimos juntos”, cuenta Mariana al explicar el trabajo con García y Concepto Cero. La Flecha significa un salto de calidad en su carrera. Ella reconoce que no podría haberlo hecho en soledad, aunque le haya costado asimilarlo. “Por un lado estuvo buenísimo y por otro fue difícil, porque ceder artísticamente decisiones es complicado. Pero bueno, creo que aprendí mucho desde lo personal. Ceder y aprender de eso: dónde tendría que haberme puesto más firme, dónde ceder completamente. Para mí ha sido muy interesante. Incluso angustiante. Interesante en todo lo que pueda abarcar”.
– ¿Cómo hubiese sido La Flecha si vos te hubieras hecho cargo de todo?
– Musicalmente no sé, porque que haya trompetas, vientos, fue una decisión mía. La tapa hubiera sido otra, porque a mí me gustan mucho las ilustraciones, pero quizás hubiera sido una foto más intervenida, que nadie dice que no vaya a suceder si hacemos una versión vinilo. Pero como que la tapa tenía que ser como la flecha: limpia, clara. Entonces estaba como muy bien y uno no tiene que saber hacer todo. Entonces eso para mí también fue un aprendizaje de control freak (se ríe), como diciendo “no, ellos saben”. Supongo que se hubiera llamado de otra manera.
– Es difícil despegarte de las ideas iniciales.
– Bueno, esa es una de las crisis, de las angustias que te digo. Pero como todos los pensamientos que uno tiene que modificar, siempre hay algo que se resiste. Después te das cuenta de que así tenía que ser. Me encanta el disco y se ve hermoso. Hay unas postales que hicimos que son una belleza. Está súper claro, directo. Eso está buenísimo. Yo nunca podría haber hecho eso.
– Sos maestra, ¿dónde enseñás?
– Soy maestra de música en sala de cuatro, en segundo grado.
– ¿Y largarías?
– Sí, es una de mis ideas. Voy a intentarlo, es difícil. Acá voy a tomar como ejemplo a mi amiga Paula, que también era maestra y renunció a su trabajo. Me pareció tan valiente, tan genia decir “me la juego”. Y también es una decisión hasta de pareja, de decir “che, necesito todo tu soporte, todo tu hombro”. Y bueno, vamos a intentarlo. Pasa que también el mundo vive un momento de terror, entonces es como un salto, no al vacío, pero está para abajo. Pero igual estoy muy contenta y una siempre espera que todo salga bien.
– ¿Hasta dónde estás dispuesta a ceder para seguir haciendo lo que tenés ganas de hacer?
– No lo sé. No sé hasta dónde estoy dispuesta. Porque hay veces que me da más miedo, hay veces que me da menos miedo. Pero hoy estoy dispuesta a bancarla porque confío. Pasa que uno puede confiar mucho en su trabajo pero después el público es el que decide, uno no tiene control sobre eso. El público y la prensa. La industria argentina es rara. A veces me obsesiono con eso, me gustaría soltar esa parte, no hace bien (risas). Los que hacemos música deberíamos dedicarnos sólo a eso, lo que pasa es que hoy también el que hace música es el que llena la factura de los shows, el que organiza cosas.
– Pero está bueno eso, tenés más control.
– Sí, está bueno, pero es quemador. Yo, antes de estar con Concepto Cero, era súper autogestiva en todo y me quemé, me recontra quemé, porque no podés estar en todas. Hay gente que estudió para hacer esas cosas que uno esta haciendo sin saber. Yo creo en hacer, en que voy a hacer siempre, aunque toque en mi casa. La música me hace bien, entonces la quiero hacer siempre, no importa cómo. Por más que después me ponga una tienda vintage (risas).
– Igual mucha gente dice “prefiero ser maestra, no tener problemas con pagar el alquiler, y hacer la música que se me canta”. ¿No te pasa?
– Pasa que yo llegué a un momento en el que no puedo hacer las dos cosas, porque me tengo que pedir muchas licencias, porque no es justo para los demás, no es justo para los chicos, que no tienen música. Porque yo trabajo en una escuela donde trabajamos los sábados de ocho a una haciendo talleres y hay un montón de cosas que no puedo hacer, porque no puedo viajar los sábados a tocar a otros lados. Entonces ahí ya se me complica. Tengo que tomar una decisión que sea coherente con mi adultez. Esa es la parte difícil, ser adulto (risas).

Publicado en la revista Rock Salta 25, de noviembre de 2017. Fotos de Luis Sens (gentileza de Concepto Cero).

No podemos entregarnos sin bancar la posición

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(Foto: Daniel Jayo. Fuente: acá)

Una escena. El 21 de septiembre de 2016 Bruno Arias toca en el Mercado San Miguel de Salta a beneficio de comedores infantiles de la zona. El escenario está instalado en un balcón interno. Los pasillos del lugar están repletos. Cuando ya pasó más de una hora de canciones y todos están en el punto justo, Bruno larga la frase de la noche: “Aunque no me contraten más en Jujuy, pueden encontrarme igual”.

Otra. A través de Facebook, Bruno asegura que el gobierno jujeño intercedió para que no pudiera participar del octavo Encuentro de Escuelas Rurales, que se iba a realizar entre el 17 y el 19 de octubre de este año en la localidad de Lagunillas del Farallón. “Funcionarios del gobierno actual nos cercenan el derecho a expresarnos con libertad a través de nuestro arte”, escribe. El encuentro finalmente fue suspendido por las autoridades provinciales.

Una semana después, Bruno actúa en la UNSa en un evento organizado a las apuradas por la gente de ADIUNSa, el gremio de los docentes de la universidad. Es lo más cerca de Jujuy que Bruno puede estar en este momento. Es el día después de las elecciones generales. Cambiemos consolidó sus gobiernos, Santiago Maldonado apareció muerto y a Bruno no lo dejan tocar en su provincia. El clima es amargo, pero, citando a Páez, es genial por fin haber tocado fondo porque ya no se puede bajar mucho más. Quitando una a se puede citar a Pez y decir que no podemos entregarnos sin bancar la posición. Por lo tanto, hay fiesta en la UNSa, la tristeza se vuelve combustible.

Una escena. Bruno Arias está sentado en la pizzería que está al lado del Teatro Vorterix, en Buenos Aires, dos noches después del recital en la UNSa. Toma café con leche, prefiere evitar la birra. Lo primero que hace es hablar sobre la experiencia salteña. “Ha sido un momento lindo en Salta. Pensaba que iba a ser algo más chico. Al final lo hicieron en el patio y tuvo buena vibra, dio sus frutos. Mucha convocatoria y la gente a pleno, con mucha necesidad de expresarse, bailar, divertirse. De compartir. He sentido el apoyo de la gente de Salta fuertemente, en todo sentido”, dice.

Entonces, Bruno se pone a hablar sobre lo que pasó en Jujuy: “No habían aprobado los traslados para los niños de la Puna. Tres días antes nos enteramos que por esa cuestión administrativa no se hacía el Encuentro. Después se filtró información: diputados del gobierno actual en Jujuy habían hablado con los maestros”. Agrega que los docentes recibieron órdenes de no recibir “músicos y gente ajena a la escuela” bajo amenaza de recibir un sumario. “Y a la comunidad de Lagunillas le iban a quitar beneficios” si el Encuentro avanzaba.

“Me gustaría saber cómo se llaman esos diputados y poder preguntarles personalmente cuál es el problema que hay conmigo. Qué les molesta a ellos, si es que es así”, dice, cuenta que en Jujuy “nadie habla por miedo, tienen miedo de decir las cosas”: “En Jujuy, los que no están con el gobierno están perseguidos ideológicamente. Hay un temor de decir cosas, se están callando. Por eso estas últimas elecciones la gente también se volcó a votar a la izquierda”.

El triunfo del FIT en Ledesma significó un golpe simbólico para el gobierno de Gerardo Morales. El territorio del Apagón, donde dominan los Blaquier, es en este momento el bastión de la resistencia interna después de que se intentara un fraude en contra de los candidatos de izquierda.

“Ese quilombo en Ledesma fue porque había ganado la izquierda de Ale Vilca. Era histórica la derrota del gobierno actual. A los dos días de las elecciones se volvió a abrir el escrutinio y por un voto o dos perdía el FIT, así que se hizo una gran movilización, una marcha, se pidió justicia por eso y al final la izquierda logró imponerse y ganó. Pero si nadie reclamaba, Morales y Blaquier habían movido las piezas. Esto está pasando en Jujuy y me preocupa mucho”, dice Bruno.

Una escena. Una semana después de la entrevista en la pizzería, Bruno Arias está en el acampe que las organizaciones de pueblos indígenas instalaron frente al Congreso de la Nación. Viene para tocar y apoyar el reclamo de prórroga de la Ley 26.160, que suspende los desalojos en las tierras de las comunidades de todo el país. Es, por lejos, la persona más conocida y reclamada de la tarde. Mientras posa para las fotos de esta revista mucha gente se le acerca, le pide más fotos, le brinda apoyo. Le habla de la prohibición que sufrió en Jujuy. Le mencionan a Milagro Sala, a quien Bruno visitó en el penal de Alto Comedero, junto a otros artistas, una (nueva) movida que al gobierno de Morales no le gustó nada.

“Durante el gobierno anterior yo apoyé mucho a los pueblos originarios, sobre todo hablé de la megaminería a cielo abierto, eso también hizo que se me baje un poco el pulgar. Y ahora en este gobierno salí a manifestar cómo veo la situación. Dije que me parecía injusto lo que pasaba con los obreros de Ledesma, con esa ley que pusieron ahora para los que cortan ruta. Y obviamente la forma en la que encarcelaron a Milagro Sala me parecía injusta. Detrás de ella hay una organización barrial que tiene miles de familias que desde que no está la dirigente han perdido mucho trabajo y el barrio se ha venido abajo. Desde lo más importante, que para mí es un logro, que en cada barrio de la Túpac Amaru haya un parque acuático donde los niños en el verano puedan tener una pileta para divertirse, bañarse y sobre todo estar contenidos para jugar. También las escuelas, la educación y la salud. Por eso es que me manifiesto en contra de estas medidas”, explica Bruno. Y sigue: “Hace poco hubo una juntada de artistas donde estuvo Teresa Parodi, Juan Falú, Liliana Herrero, referentes musicales. Yo sigo el camino de ellos y si ellos se manifiestan, ¿cómo no voy a estar de acuerdo?  Me sumé a la entrada a la penitenciaría para poder hablar con Milagro. Creo mucho en la mirada y en la gente. No sólo vi a Milagro sino que vi a las otras chicas compañeras que están también presas. Vi a dos chicas que conozco de cuando eran artesanas en la feria de Jujuy. Compartíamos cosas juntos, sé de qué familia vienen. Para mí no son ningunas delincuentes y ellas me dijeron que las castigaron por darles cosas a los que menos tienen. Y a mí me llegó mucho su abrazo”.

“Lo principal para mí es el respeto que tiene que haber a los diferentes pensamientos. Que haya libre expresión y que si hay debates sean constructivos, debates que se puedan respetar las diferentes ideologías de cada uno y tratar de llegar a un acuerdo constructivo. Que cada pensamiento esté fundamentado para que el debate sea enriquecedor y no sea una competencia sin sustento y termine con agresiones e insultos. Creo que la distorsión que hay del mensaje en los medios está haciendo que cada vez estemos más divididos entre la sociedad. Como pueblo tenemos que estar unidos y más alerta a todo lo que pasa. Esa sería una forma posible o utópica de que pueda prosperar un poco la cuestión. Estar más informado. Es muy importante que vuelvan los medios alternativos, que haya más pluralidad de voces, porque desde que está éste gobierno siento que la libre expresión se está terminando. El que no está en la misma línea ideológica está siendo echado de los trabajos, perseguido, en los medios no queda periodismo que contrarreste el mensaje que da el gobierno. Esto pasa a nivel nacional”, sigue Bruno, que asegura que “en Jujuy había muchos medios alternativos, desde voces de pueblos originarios, las radios de las organizaciones, radios alternativas en Humahuaca, en Abra Pampa, de pueblos originarios”: “Esas radios y el fomento que tenían de la gestión anterior van cerrando sus puertas. Y son las voces que no escuchamos en los medios grandes, son las voces que las siento imprescindibles porque son del lugar y son de gente que es normal y que milita desde su lugar. Son voces que para mí son importantes que estén para que la gente tenga diferentes puntos de vista y pueda elegir la voz que le parezca. Pero si siempre hay una sola voz, ¿cómo elegir algo?”. 

Actualmente, Bruno trabaja en el documental Camino hacia la Puna, un trabajo en colaboración con Fido Grandía, de la productora mendocina Ozono Clips. Juntos recorrieron distintas escuelas de la zona, charlaron con las maestras y preguntaron por el día a día. “Es mostrarle al mundo cómo es la vida en la Puna jujeña, cómo es vivir a 4500 metros de altura. Cómo viven los maestros, los niños, en qué condiciones están, qué contención tienen y sobre todo mostrarle a la gente que la Puna existe. Ya hice un par de adelantos, no sé si eso será que molestó, no sé qué será, pero lo único que trato es contar la vivencia desde mi música, de la cultura de lo que yo compartí en ese viaje”, dice. 

“En cada escuela voy a cantar y recopilo relatos de lugareños, de gente de ahí. Uno de los sueños de los porteros de Sansana Norte era que alguna vez ese pueblo pueda tener un festival propio, así como lo tiene Yavi, como lo tiene La Quiaca. Como una forma de dar un acto de presencia, que se tenga en cuenta al pueblo. Uno de los objetivos es hacer ese festival el año que viene. Otro pedido es la escuela Gauchos de Güemes de la localidad de Barrios, de techar el patio para que los chicos puedan jugar. En esa zona el sol es muy fuerte y las consecuencias que trae estar a la intemperie. Eso también vamos a tratar de lograrlo con estos festivales itinerantes que se vienen el año que viene”, cuenta Bruno.

Una escena. Bruno habla con Julia, una docente que trabajó en el pueblo de Casillas entre septiembre y diciembre del año pasado. “Cuéntenos un poquito cómo se llega a Casillas”, pregunta. “Bueno, tiene que llegar a Iturbe primero, después toma la ruta para la mano izquierda”, contesta la maestra. La docente describe a Casillas como “un pueblo perdido” en el que los chicos tienen que caminar dos horas para llegar a la escuela. “Los maestros y los chicos tomamos agua de río”, dice. “¿Cómo es la vida en Casillas, cómo es un día?”, pregunta Bruno. La docente cuenta: “Recibir a los chicos a las diez de la mañana y despacharlos a las tres y media. La gente no está ahí, vive a dos kilómetros (de la escuela). En la escuela no conocemos a nadie. Nos quedábamos a dormir porque no se podía salir, no hay movilidad. La traffic te deja el lunes. Había chicos enfermos que no sabíamos cómo solucionar, no teníamos agua. Es un pueblo perdido”, insiste. “No hay solución, tenés que esperar, no se puede llamar, tenés que aguantar hasta que venga la traffic el viernes”, agrega. “O sea que si alguien se está muriendo, se muere nomás”, concluye Bruno. “Exactamente”, dice la maestra, que cuenta que no hay teléfono, “no hay nada”.

“Lo principal que necesitan todas las escuelas, los lugares más alejados, es tener una jornada completa para que los niños no tengan que ir todos los días hasta su casa y caminar dos o tres horas”, dice Bruno, en la pizzería porteña, donde si llega a faltar el agua TN viene en dos minutos y lo transmite en vivo. “Hay escuelas que hace años que vienen peleando para tener un techo en el patio porque las condiciones climáticas son muy fuertes para que un niño haga educación física en el frío o al mediodía con el sol que raja, que hace que a los chicos les salgan granos en la cara, les sangre la nariz. Es imposible hacer educación física en esas condiciones y lo mismo lo tienen que hacer”.

Una escena. Bruno está en el sur del país. Canta en un lugar que será reconocido por todos cuando un joven llamado Santiago Maldonado desaparezca allí, durante una represión de Gendarmería Nacional.

“Estuve guitarreando en ese rancho para los mapuches, he sido colaborador de varios eventos que hicieron a beneficio de todas las familias que están viviendo en ese lugar. Cualquiera de nosotros, de los músicos y artistas que pasaron por ahí podrían haber sido un Santiago Maldonado”, dice Bruno, que compuso una chacarera que asegura que “Santiago despertará tarde o temprano en el sol”. La canción, inédita, no fue grabada, sólo interpretada en algunos conciertos. “Se viralizó un poco pero después que apareció el cuerpo la dejé de cantar. Primero por impotencia, tristeza. Decepción ante la situación de cómo el gobierno actual y el poder manipulan y distorsionan la información sin importar el dolor de la familia y sin importarle nada. Sabemos que a Santiago Maldonado se lo llevó Gendarmería y por más que haya pasado lo que haya pasado era una represión y Gendarmería es responsable de lo que le pasó”.

“En ese sentido -sigue-, creo que es importante que la gente sepa que los mapuches que están en ese lugar están en un periodo de recuperación de su territorio y de su forma de vida ancestral donde esas tierras que están ahí, que son de Benetton, nunca han sido habitadas ni explotadas para nada. Tierras que están de adorno como forma de paisaje. Los mapuches estaban viviendo ahí, no pedían nada a nadie, solamente vivir de la tierra y hacer su casa en esos terrenos no habitados y desperdiciados”.

El 21 de enero Bruno estará en el festival de Cosquín. Antes actuará en Jesús María. Durante el 2018, además, intentará desarrollar el proyecto Folclore por las plazas por los barrios de la ciudad de Salta. Cuenta que está componiendo “una obra que tiene que ver con esto del olvido de los pueblos alejados de la Puna” y también está grabando un disco con el Trío Aura!. “Un disco distinto donde voy a mostrar otra parte de mi música, orquestada. Va ser como escucharme cantar con traje y corbata (risas)”, explica. “Después estoy con un proyecto de un disco junto al cuarteto Karé, de Rosario, reivindicando los grupos vocales de los setenta con algunas versiones. Aparte de eso, con mi propia banda, un disco arriba, carnavalero, con todos ritmos andinos”.

Escena final. Bruno está en la plaza del Congreso. Ya es de noche. Canta en el escenario improvisado del acampe. Transmitió toda la previa en vivo por Facebook, una costumbre que sus seguidores de todo el país aprecian. Encontró la manera de llegar a todos lados.

Publicado en la revista Rock Salta 25, de noviembre de 2017.

Extiéndete una vez más

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En el último número de la revista Rock Salta se publicó el artículo que escribí sobre Spinetta y Los Socios del Desierto. Una nota que pueden leer haciendo clic en este link. La foto es gentileza de Sony Music.

Que treinta años no es nada

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(Las Pelotas, la banda que Daffunchio lidera desde 1988)

En diciembre entrevisté a Germán Daffunchio. Hablamos sobre las tres décadas sin Luca, el pasado y futuro de Las Pelotas, su posible proyecto solista y algunas cosas más. Pueden leer la nota acá. A la foto la saqué de acá.

Leer basura daña la salud

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(Ya lo dijo Luis Alberto. A la imagen la saqué de acá)

Si no sabés qué hacer en este fin de semana súper largo (como recital noventoso de Divididos), acá tenés algunas notas que hice en los últimos meses, opciones de lectura para pasar el rato:

- Una entrevista con The Otherness, la banda patagónica que acaba de sacar su primer disco de estudio. Una charla de música y los alcances de las bandas independientes.

- Una charla con los integrantes del grupo Placard, que sacaron su segundo disco el año pasado después de un par de años complicados en los que debieron soportar el robo de sus instrumentos y equipos.  

- Kawaii es uno de los mejores discos de 2017. Lo sacó la tucumana Luciana Tagliapietra. En esta nota habla sobre el proceso de grabación, el cambio de sonido respecto a sus álbumes anteriores y más.

- Un repaso a la reedición del disco de Los Gatos Salvajes. Litto Nebbia cuenta la experiencia vivida a mediados de los 60, cuando era un adolescente. También se refiere a la lucha judicial que lleva contra la editorial Warner/Chappell. 

De acá, de allá y de todos lados

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Diego Boris, presidente del INAMU, le muestra el vinilo de Abbey Road a Geoff Emerick.
(Foto de Maria Eugenia Cerutti, gentileza Instituto Nacional de la Música). 

Amigues (?), les dejo los links a tres notas que escribí en estos días: 

- La semana pasada anduve por Testigo del Rock, la excelente muestra de fotos de José Luis Perotta que montó el Museo de la Ciudad de Buenos Aires. En esta nota repaso un poco la exposición.

- El viernes 6 fui a La Confitería a ver tres bandas buenísimas: El Estrellero, Viva Elástico y Yataians. Escribí una breve reseña de la fecha.

- Geoff Emerick, el ingeniero de sonido de The Beatles desde Revolver en adelante, dio una conferencia en la Biblioteca Nacional el lunes pasado. Les dejo un breve resumen.

30 años de Divididos

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Mollo, Collado y Arnedo en la foto de la contratapa del primer disco del trío. 

Esta semana apareció una nota sobre los inicios de Divididos que escribí para La Agenda. Es un texto largo con bastante archivo y algunas entrevistas (Mollo y Arnedo rechazaron la oferta). La pueden leer haciendo clic acá. Espero que les guste.

Libertinaje, el éxito de la Bersuit en un país a punto de estallar

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Hace un par de días salieron dos notas sobre Libertinaje, el cuarto disco de Bersuit Vergarabat, publicado en agosto de 1998. Escribí dos artículos para Rolling Stone sobre la creación del álbum y la posterior censura por "Sr. Cobranza". Los pueden leer acá y acá.

Andrés Calamaro y la explosión indie en dos libros de Gourmet Musical

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Esta semana aparecieron dos notas que hablan sobre libros recientes de Gourmet Musical Ediciones: Días Distintos, de Walter Lezcano, y Más o menos bien, de Nicolás Igarzábal. Las pueden leer acá y acá

No tan distintos

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Fito, Spinetta y Alfonsín, postal ochentosa. Foto: Archivo Clarín.

El rock argentino tiene etapas muy delimitadas y bastante reconocibles que a grandes rasgos se podrían enumerar de la siguiente manera: los comienzos, los primeros 70, la etapa de la dictadura, los 80, los 90, los 2000 pre Cromañón, los 2000 post Cromañón y este último lustro en el que conviven el indie, el rock de estadios, los tributos, el pop y más.

En Rockología, fantástico libro de 1989, reeditado en 2012 por la editorial Galerna, Eduardo Berti escribió que los 80 en el rock argentino se dividen en dos partes: de 1982 a 1985 y de 1986 a 1989. La primera etapa abarca la liberación espiritual y estética por la recuperación democrática, el impulso post Malvinas y cierto aire “divertido” que a pura new wave venía a reemplazar la solemnidad de los años sinfónicos. La segunda está dominada por el aire pesimista de la crisis económica que derivó en la hiperinflación, los picos de venta de los artistas que conformaban la escena, la llegada de Sumo y Los Redondos al disco, entre otros ítems.

En 1988. El fin de la ilusión (Editorial Sudamericana), Martín Zariello focaliza aún más y analiza sólo un año de la riquísima década del 80. No se limita al rock argentino, pero es casi todo el campo de acción por el que se mueve. Así encontramos ensayos sobre Andrés Calamaro, Fito Páez, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Virus, Patricio Rey, Sumo, entre otros, mezclados con muy buenos textos sobre íconos de la época como Raúl Alfonsín, Carlos Monzón y Alberto Olmedo.


Bloguero con mucho recorrido (su página Il Corvino es una de las clásicas del género), Zariello ve todo desde su encierro particular en Mar del Plata. No necesita entrevistar, le alcanza con el archivo, los discos e ideas propias para desarrollar una visión lúcida sobre aquella época en la que era apenas un niño (nació en el 84). Como Luis Solari, el personaje de Capusotto, Zariello no vivió pero le contaron y con eso basta para dejar en evidencia tics y pensamientos muy del palo del fanático. Logra reflejar la escena rockera y a los fans con los pies sobre la tierra, sacando las fichas. Como él mismo dice en el libro al analizar la identificación entre el espectador y el boxeador, su escritura “es capaz de explicar muchísimas cosas de las que tal vez no quisiéramos ser conscientes”. Porque Zariello es, ante todo, un fan de esos enfermos capaces de almacenar en el cerebro una barbaridad de datos absolutamente inútiles, que suelen ser los que mejor manejan los periodistas de música. Información que no sirve para nada de manera aislada, ni para jactarse, pero que en conjunto y bien contada permite un libro como 1988, riguroso en fechas, nombres y acontecimientos.

Por el libro pasa buena parte de la cultura nacional de los 80, mucha de la que aún se mantiene: Soda Stereo y la búsqueda del éxito mundial con Doble Vida, Los Redondos a punto de ingresar al túnel de la masividad, Sumo extinguiéndose y reproduciéndose en miles de remeras con la cara de Luca. Federico Moura y Miguel Abuelo, muertos tempraneros que definieron la época. La omnipresente figura de Charly Garcia. Spinetta, Fito, Calamaro, pero también Olmedo y los ya imposibles sketchs machistas; o Monzón, ídolo en desgracia que durante años fue simplemente un campeón al que se le fue la mano y no un femicida condenado.

De alguna manera, el año que Zariello aborda todavía nos impacta. La crisis económica, las negociaciones con el FMI, la rivalidad con el campo y la Sociedad Rural, peronistas y radicales. El diario Clarín y Página 12. Actores de antaño que aún golpean con fuerza. Quizás no seamos tan distintos y este libro hable sobre nosotros mucho más de lo que percibimos.

Publicado en Rock Salta en octubre de 2018.

Mira cómo suena

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(Foto: Facebook Los Besos)

Los discos urbanos de Spinetta arrancan de la misma manera. Machi Rufino abre el juego en El jardín de los presentes (1976) con un bajo descendente que se mantiene hasta que entra toda la banda. Es apenas un segundo que parece durar más. En Bajo Belgrano (1983), César Franov hace algo similar, con mayor sutileza y menor volumen, dentro de una mezcla menos atractiva. En los dos está Pomo en batería: en Jade suena más apagado y en Invisible desborda, mucho más luminoso y protagonista.

A los dos segundos de la “Canción de Bajo Belgrano” Spinetta canta “La mañana / Lanzallamas”. El Flaco convierte la segunda “a” en una “o” y la estira como hacen Franov y Machi con sus bajos. Después sigue por la ruta jazzpopera, envarillado en pronunciaciones de versos (“caleidoscopio de ciudad”, “organillero distinto”) que sirven de guía perfecta para las parodias al estilo Luis Almirante Brown. 35 años después, Paula Trama toma esa segunda “a” deformada y la vuelve a estirar durante los casi 27 minutos que dura Copia viva, uno de los mejores discos del rock argentino 2018.

                                     

Copia viva es el cuarto trabajo de Los Besos, o el quinto, depende si se consulta la cuenta de Bandcamp o la de Spotify. Junto al excelente Helados verdes (2017), es el segundo álbum de la banda que realmente parece un disco y no un rejunte de temas. Un Disco de Los Besos, de 2016, está a medio camino. Algunas de las diez canciones de Copia viva tienen varios años y distintas versiones previas que ya habían sido publicadas en la etapa inicial del grupo y en otros proyectos de la cantante. Todas fueron compuestas por Trama (salvo “La cascada de tu pelo enredado” y “Albañil”, en colaboración con Francisco Garamona e Inés Copertino respectivamente).

Desde la edición de AAAAAAAAAAA, el compilado de demos en solitario de 2010, hasta Copia Viva, Paula Trama encontró una voz y pasó de un indie low fi desprolijo, entre ingenuo y escapista, medio inevitable, como si sólo pudiera llegar hasta ahí, a un pop de guitarras, sintetizadores y vientos que desprende un discurso que dialoga con el lugar al que pertenece. En el medio trazó un camino hasta lograr la estética actual. El comienzo de la batería de la primera versión de “Destino”, del EP 2 de Los Besos, de 2012, suena con una crudeza que parece un copypaste de alguna canción de Incesticide, el disco de rarezas de Nirvana (donde, detalle no menor en este contexto, Kurt Cobain se burlaba de los “macho boys” argentinos). Entre aquella portada con cuatro esquiadores coloridos y un título que podría verse como once montañas, once letras A o las puntas de once lápices, y esta tapa de Copia viva, negra, con notas musicales, tachaduras y correcciones, se percibe la búsqueda y el hallazgo de una personalidad. Poesía y sonido pulidos para definir el proyecto. Mientras la primera prometía simplemente otro disco más de indie, la última anticipa un compromiso.

La búsqueda se confirma al recorrer las distintas versiones de las canciones de Copia viva y Helados verdes que están diseminadas en diferentes proyectos: Trama solista, el dúo Susi Pireli (Trama-Copertino) y los primeros EP de Los Besos, que en los 80 y 90 hubiesen aparecido en casete o CD y se hubieran perdido en el mar de los pasos iniciales y experimentos truncos donde conviven los Demos RCA (Patricio Rey), Cartuchera Porno (IKV), Corpiños en la madrugada (Sumo) y Novela (Fito Páez). Hoy todo está al alcance y permite un seguimiento más preciso de la evolución de un artista. Se desprende una discusión: ¿Sirve publicar todo? ¿Hay que freezar algunas canciones o escritos para seguir laburándolos en la intimidad hasta que uno diga “ya está”? ¿Qué hubiese pasado si Fito, en 1988, publicaba el demo de “As de póker” en un hipotético Bandcamp o YouTube? ¿Se hubiera aferrado a esa composición ya “oficial” y por ende conocida y no la hubiese transformado en “Circo Beat”? ¿Es acaso la publicación una forma de tallar en piedra una obra, o ya no es algo tan solemne?

También me gustaría preguntar si ”Brujas Salem”, de aquel disco inédito de Páez, resume toda la carrera de Lisandro Aristimuño, pero quedará para otro momento. Prefiero pensar que una de las ventajas de estos años es que se puede analizar cuándo y cómo se definen algunas canciones que con el tiempo se vuelven emblemáticas. Como “Helados verdes”, que rebotó de proyecto en proyecto en diferentes versiones hasta que encontró el sonido y la interpretación vocal justa para su letra nostálgica. En la versión 2015, publicada en el disquito solista Canciones Sueltas, Trama canta de manera muy similar a como lo hace en la actualidad, un cambio que no resultó menor para Los Besos. Es una voz más lírica, parecida a la de Spinetta en el verso inicial de Bajo Belgrano, y (en una relación insostenible, lo sé) hasta remite al Gustavo Cordera pre Santaolalla.

Pero ésa "Helados verdes" amaga todo el tiempo y no termina de explotar. Está tocada a tientas, como insegura. La estructura ya es la definitiva y la letra es casi la misma (al final, Trama canta “ésta estación” en lugar de “la estación” y le quita un poco de fuerza poética). La versión del dúo Susi Pireli, de 2016, es más pop, sin la trompeta de Victor Rallis, otro dato importante, porque probablemente Los Besos sea una de las bandas actuales que mejor utiliza los vientos, algo que deben envidiar los grupos que remiten al rock de estadios de los 90, que abusan del recurso de un modo casi burdo (aunque sospecho que no se dan cuenta). Una influencia mal procesada, una “copia muerta” de algo ya escuchado. Otra diferencia en la grieta entre el indie y el rock barrial, que desde Cromañón viene en caída libre sin una sola banda que lo reinvente un poco, con excepción de Intoxicados, y para colmo hoy tiene a La Beriso como emblema, con Rolo, su cantante macrista camuflado en los lugares comunes más superficiales del rock que triunfó en el menemismo, un indigno sucesor de una rama que nació con Manal y Vox Dei y parió a bandas como Pappo’s Blues y La Renga. La tibieza de Rolo, el miedo para bancar el verdadero y obvio pensamiento que circula debajo de la gorra que siempre lleva puesta, lo coloca en un lugar inédito: el del rockero argentino que más se parece a Luis Brandoni.

                    

Otra canción destacada que ya tenía versión previa es “Amazonas”, que resume los alcances del feminismo. Parece un tema compuesto en 2018, pero es, por lo menos, de 2015, cuando apareció en Canciones Sueltas: “Genias de la tempestad / Todo listo entonces ¿cuándo llegan? / a lo lejos veo algo / Amazonas / contra el viento // Y acá están / aerosoles en las manos / sientan bien / este fuego y remolinos //  Hoy acá / montadas en más que humano / subanmé que / lanzando embrujos verán / quemando cruces veré”.

Los aerosoles en las manos, la protesta contra la injerencia de la Iglesia Católica en las decisiones personales, las “brujas” que llegan y copan la parada y otras imágenes que se desprenden de la letra de “Amazonas” son frecuentes desde hace rato en cada Encuentro Nacional de Mujeres. Desde que empezaron las marchas del Ni Una Menos también se ven en cada ciudad del país en distintos momentos del año. En 2018 las marchas para exigir aborto legal, seguro y gratuito potenciaron esas manifestaciones. La canción terminó de encajar gracias al contexto y por eso logra su versión definitiva en Copia viva. La preciosa “El dron”, que abre el disco, también remite a lo mismo: “Voy envuelta en tejidos baratos / Entre cientas de rambos vedettes / Es global este fuego que ves”.

                   

Es una forma caprichosa, pero se puede relacionar a Spinetta Jade con Los Besos aunque Paula Trama casi no mencione a músicos argentinos emblemáticos en las entrevistas y hasta haya cantado que sólo tenía “dos casetes de bandas en inglés”. También se puede ubicar a Copia viva en la línea del rock argentino que no se pone panfletario para decir las cosas. La crisis económica del gobierno alfonsinista se percibe en los bares tristes y en los tomates podridos que Luca Prodan describe en “Mañana en el Abasto” sin mencionar la suba del dólar. “Amazonas” musicaliza el presente de manera mucho más sutil y poética que otros intentos cercanos, como “A la luz” de Barbi Recanati (“estos tiempos son los nuestros”, “se va a caer, se va a caer”). El indie, que al principio parecía haber nacido en una realidad paralela, se acerca cada vez más a la etapa canonizada: Los Espíritus y su relectura de Los Piojos, Francisca y Les Exploradores arrodillándose frente a Fito en el Gran Rex. Ale Schuster seduciendo desde un dramatismo vocal propio del Palo Pandolfo modelo 87.

El “hit” de Copia viva probablemente sea “La cascada de tu pelo enredado”, pero “Destino”, con su frustración LGBT (“no hay chance, te gustan los hombres”) se impone. También la bella “Telón”, que encima tiene influencia peronista. En las tres están los coros de Rallis, que a esta altura toma una importancia determinante. Su participación es otra pilar en Los Besos, algo que en vivo se mantiene acorde a las expectativas y pone a la banda en el pelotón de grupos actuales que la rompen desde las voces, como Pels y El Estrellero. La mezcla perfecta de poesía, coros, guitarras, vientos, teclados (el de “Copia viva” es hasta medio cumbiero) y una voz que adquirió muchísima profundidad hacen que uno se pregunte cómo mierda puede ser que este disco sólo tenga 8 mil reproducciones en YouTube.

losbesos.bandcamp.com
paulatrama.bandcamp.com
susipireli.bandcamp.com

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Se suponía que me iba a sentar una hora a trabajar pero llamó mamá y tuve que atender. Había dejado pasar dos llamadas previas y ya no quedaba margen para ignorarla (mi madre es una persona insistente cuando quiere algo). Así que atendí y por lo tanto perdí el tiempo que hubiese utilizado para entrar en el “modo de escritura”, la dispersión habitual previa que necesito antes de comenzar cualquier texto. Ese lapso puede ser cualquier cosa: mirar videos en YouTube (prefiero los de la categoría “la selección en los mundiales”), poner treinta segundos de un disco en Spotify y luego saltar a otro, y a otro, y a otro; mirar Instagram y Twitter, agarrar un libro cualquiera en cualquier página, ponerme al día con WhatsApp.

Como ya me había resignado a no laburar me puse a escuchar una y otra vez “Amelia”, de Joni Mitchell. Me encanta la angustia de la letra. La ruta por la que Joni avanza llena de tristeza. Es muy bueno el detalle de la tierra que se saca de encima cuando se da un baño en el Cactus Tree Motel.
         
                

Mientras escuchaba “Amelia” por quinta o sexta vez al hilo dejé de prestar atención a la letra y a la voz de la Mitchell y me concentré en la guitarra que iba por detrás. ¿Dónde la había escuchado antes? Sonaba muy familiar pero ajena a ese momento. Esa viola en esa canción era como cuando un amigo de otra ciudad te visita unos días y se acomoda a tu rutina. Está todo bien pero su presencia siempre remite a otra cosa.

Entonces me di cuenta: tenía que ser Larry Carlton, esa viola era la de “Los dinosaurios”. Fui a Wikipedia y lo confirmé. Era tan obvio, nunca lo había notado. Qué grande Charly, pensé. Qué grandes Larry y Joni. Qué manera de hacer placentera la angustia, estos tres. Y qué bueno cuando no hace falta leer la letra chica de los discos para saber quién toca.
           
           

107 pensamientos sobre Seru Giran

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1) “No puedo dejar” es la muestra gratis de Say No More. Charly revela por primera vez una actitud que tiene que ver más con los 90 que con los 80.
2) Me gusta la presencia sutil de Charly en “Mundo agradable”. El teclado sostenido del comienzo. Las insinuaciones de la segunda estrofa justo después de “sin informaciones que castiguen mi centro” y antes de “solo quiero alcanzar”.
3) En una Rolling Stone del 99 (si la memoria no me falla es la de enero de ese año, tapa desplegable de Los Auténticos Decadentes), Aznar contó que había entregados varias canciones para Seru 92 y Tango 4. Si sumamos las que integraron su álbum solista de 1995, David y Goliath, como “Ella se perdió” o la versión de “Sorry seems to be the hardest word” podríamos decir que nos perdimos un discazo.
4) El discazo que no fue de Aznar podría haber tenido “Ella se perdió”, “Ya no hay forma de pedir perdón”, “Mientes”, “Si me das tu amor”, la mitad de “Tu amor”, la versión de “God only knows”, “A cada hombre, a cada mujer” y “Diana”.
5) Sólo tendría la mitad de “Tu amor” porque siento que es un ensamble de dos canciones. En realidad no lo sé. No está chequeado. Pero me hace acordar a Los Beatles y a “We can work it out” así que concluyo que se armó así.
6) Se lo podría preguntar a Aznar alguna vez.
7) Una vez entrevisté a Aznar al pedo. El grabador no anduvo. Así que charlamos media hora por teléfono de Los Beatles y de alguna cosa más que ya nunca voy a recordar.
8) El disco de Aznar que más me gusta es Cuerpo y Alma.
9) Cuerpo y Alma tiene “Huracán” pero la canción no está en la versión de Spotify del disco.
10) Hasta hace poco Euforia de Fito Páez no tenía “Cadáver exquisito”, quizás el tema más importante del disco. Y Circo Beat no tiene “Circo Beat” sino que tiene “Circo Beat” de Euforia. ¿Cómo puede ser?
11) ¿Por qué suceden esos errores?
12) Spotify liquida la vieja tradición de escuchar un disco de principio a fin mientras se leen las letras de las canciones y se pispea la información del libro que acompaña el álbum.
13) Se me dirá que esa costumbre se perdió mucho antes de Spotify y yo diré que a diferencia del TDK, el mp3, el pendrive y el Verbatim, que mantenían a los discos originales como la referencia obligada, Spotify oficializa la escucha online. Si ponés Spotify, ponés el disco.
14) Quizás no esté bien estirar la etapa discazo de Aznar hasta el 95. Por ahí “Ella se perdió” y “Ya no hay forma de pedir perdón” se quedaban afuera. Pero Charly sí estira ese periodo hasta 1995.
15) En 1995 Charly graba su unplugged para la MTV. Faltaban meses para la publicación de Say No More. Charly despide para siempre a Seru Giran al olvidarse la letra de “Viernes 3AM”. Fue el último suspiro de la banda.
16) Porque Seru Giran sin Charly no es Seru Giran.
17) Las reuniones posteriores de Seru Giran no fueron reuniones de Seru Giran.
18) En Cuerpo y Alma tocan Charly y Lebón. Moro no está.
19) En Aznar-Lebón toca Charly. Moro ya se había muerto.
20) En Cosquín Rock Moro no estaba y Charly ya era el Charly post 2008.
21) Prefiero no opinar del Charly post 2008.
22) El Seru Giran del video del INAMU no es Seru Giran. Moro no está. Salvo que tengamos en cuenta lo que suena de fondo, que es La grasa de las capitales. Eso sí era Seru.
23) Lo primero que pienso cuando hablo de La grasa de las capitales es el coro en “Perro andaluz”. Precisamente en 1:22: “ser aceptada donde te odian máaaaaaaaaas”. Es un momento bisagra en la escucha iniciática. Te hace preguntar ¿cómo mierda no escuché esto antes?
24) Son pocos los discos que provocan esa sensación y mantienen la fascinación a través de las décadas. A mí me pasó con Artaud, con Kamikaze y con Ziggy Stardust. También con Dark Side of the Moon.
25) Con Artaud en un 5A una tarde de lluvia volviendo de la UNSa escuchando “Cementerio Club” en un discman. ¿Cómo mierda no escuché esto antes?
26) Con Kamikaze en la oscuridad de mi pieza en la casa de mi vieja. Sobre la cama, sentado de frente al equipo. ¿Cómo mierda no escuché esto antes?
27) Con Ziggy Stardust en mi casa en Salta. Esa fue una sensación más global. No abarcó una sola canción. El saxo en “Soul Love”, todo “Moonage Daydream”, el estribillo de “Lady Stardust”, la guitarra de “Ziggy Stardust”. ¿Cómo mierda no escuché esto antes?
28) Con Dark Side of the Moon en un Flechabus de madrugada en el mismo discman anterior. La guitarra de Gilmour que aparece a la mitad de “Any colour you like” me despertó. Estábamos parados en la terminal de Villaguay, justo al frente del kiosco La Kenga, que para mí siempre fue La Renga. ¿Cómo mierda no escuché esto antes?
29) Bonus: con “Influencia” de Charly a los 2:05, justo cuando tararea la melodía. En ese caso no fue cómo mierda no escuché esto antes porque el disco recién salía. Fue más bien un qué bueno que está esto, la puta madre.
30) Influencia salió diez años después del regreso de Seru. En Años Charly más bien fueron 30 años. En el medio pasó de todo.
31) Volvió Sui Generis.
32) Se tiró del noveno piso.
33) Se peleó con Calamaro.
34) Le dijo pelotudo a Lanata.
35) Dijo Drogas sin sol.
36) Sacó un disco de covers.
37) Lo internaron.
38) Se tiñó de rubio.
39) Pidió su saco y su saque en un recital en Villa Gesell.
40) Se copó con los aerosoles y la estética nazi/The Wall.
41) Anduvo con una nena de 17 años y la esperaba a la salida del colegio. Se la perdonaron a esa.
42) “Así eran las cosas en esa época”.
43) Sacó El Aguante, que es un mal tema pero un buen disco.
44) Me gustan algunas guitarras de ese disco. Me quedo con la de “No estaría mal”.
45) María Gabriela Epumer es la única que representa los 90 y Say No More tanto como Charly.
46) Sacó La hija de la lágrima. Lo compré en casete a dos pesos.
47) En la misma disquería me compre La grasa de las capitales en CD (10 pesos) y Ciudad de pobres corazones en CD (5 pesos).
48) El precio promedio de los discos en esa época (los 90) era 22 pesos.
49) Bajo Belgrano en casete me costó 1 peso.
50) La hija de la lágrima tiene “Kurosawa”.
51) “Kurosawa” podría haber sido un tema de Seru Giran. Es oscuro como “Viernes 3AM” y tiene la genialidad de la banda. En los silencios del tema me imagino los bajos de Aznar y quedan bien, quedan bien.
52) Ni hablemos de los coros.
53) Si esperaban un año más...
54) Seru 92 podría haber sido mejor con un poco de paciencia.
55) Hasta podría haber incluido el tema (temazo) de Good Show.   
56) Los coros y los bajos de Aznar fueron la marca sonora por excelencia de Seru Giran.
57) Cuenta la leyenda que en 1998 le gritaron “¡Pará, Seru Giran!” a Flavio Cianciarulo mientras tocaba un solo de bajo en los recordados shows de Calavera Experimental Concherto.
58) Ese recital de los Cadillacs es buenísimo. ¿Cómo mierda no lo publican de manera oficial?
59) Lo pasó Puerta V, el programa de shows en vivo del canal Volver.
60) Tenía una gran versión de “El anillo del Capitán Beto”. La cantaba Minimal y estaba buenísima. O yo me la acuerdo así.
61) Hay muchísimos shows en vivo del rock argentino que deberían estar editados de manera oficial.
62) Calavera Experimental Concherto.
63) Obras La la la
64) Charly en vivo en Temperley 86
65) Charly Luna Park 83
66) Los Paladium de los Redondos
67) Fito Gran Rex Tercer Mundo 1990
68) Soda Obras 92
69) Los Socios del Desierto Teatro Ópera 95
70) Sumo merece un disco en vivo que haga justicia a la leyenda. Hay más de una opción dando vueltas.
71) Algunos shows legendarios ya circulan de manera pirata.
72) En los piratas en vivo reside la última tradición del fanático del rock. Ya no es difícil conseguirlos pero todavía hace falta algo de rodaje para descubrirlos.
73) Por eso me encanta el disco en vivo de Cerati que salió hace unos meses. Porque suena como un casete con tapas fotocopiadas que me podría haber comprado a los 17 años.
74) Qué maravillosa fue la aparición de Yo no quiero volverme tan loco.
75) Un fan se lo dio a Moro. ¡Un fan!
76) Lo compré en Bariloche durante mi viaje de egresados.
77) También compré la biografía de Maradona, Yo soy el Diego.
78) No traje chocolates. Estuve mal.
79) Los bajos de Aznar eran decisivos, decía.
80) Cómo no se van a separar cuando Aznar se fue. ¡Se quedaron sin sonido!
81) Pero cuando me acuerdo de Seru Giran no me acuerdo solamente del fretless.
82) Me acuerdo de David Lebón saliendo con Pata Villanueva.
83) Me acuerdo de la tapa que no fue: Moro saliendo de una pileta con una damajuana en la mano y el auto estrellado en el fondo.
84) Otra tapa que no fue: la pelada de Luca en primer plano con un caracol encima.
85) Me acuerdo de Charly en el patio de Del Cielito revoleando un mic como si fueran boleadoras para grabar un efecto.
86) Seru Giran representó la excelencia y la pomeleada. Quizás por eso fueron los mejores.
87) Peperina, qué canción maravillosa.
88) Peperina, que película de mierda. 
89) Peperina, qué letra machista.
90) Charly también era machista.
91) Era la época.
92) En 2001 (¿o 2002?) Charly contó en una entrevista en La García (una de las tantas que le hicieron) que “Salir de la melancolía” fue escrita para Nito Mestre.
93) “Salir de la melancolía” tenía una letra anti machismo.
94) Parece que Nito andaba mal con su pareja.
95) "Si quieres un consejo/No la cuides desde lejos/Ni le digas lo que tiene que hacer/Ella debe ser como quiere ser/Y eso ya lo tienes que ver/Rompe las cadenas que te atan/A la eterna pena de ser hombre/Y de poseer/Es un paso grande en la ruta de crecer", dice la letra.
96) En la nota de La García Charly reconocía que todo era una farsa, que ni en pedo creía en aquellas premisas feministas.
97) 2001 (¿o 2002?)
98) Era la época.
99) Seru Giran atraviesa las épocas.
100) La reedición de La grasa de las capitales es bienvenida, pero no hacía falta.
101) Alcanza con lo que ya existe. Con“Cinema Verité”, “Llorando en el espejo”, “Eiti Leda”, “Canción de Alicia”, “Peperina”, “Seru Giran”, “A los jóvenes de ayer”.
102) “A los jóvenes de ayer” tiene una gran versión por Fito Páez y Mario Rovere, el mozo de un restaurante rosarino que cuando no toma pedidos la rompe en el piano.
103) Esas canciones no van a morir nunca.
104) Las escucho muy seguido y me siguen conmoviendo como el primer día.
105) En estos días la escucha se intensificó gracias a Entre lujurias y represión, el excelente libro de Mariano del Mazo que acaba de salir.
106) Estoy seguro de que las canciones de Seru Giran (me gusta escribirlo sin tilde) van a seguir siendo reproducidas durante varias décadas más.
107) Estoy seguro de que en este momento hay alguien escuchando Seru Giran y diciendo cómo mierda no escuché esto antes.

Apuntes sobre La conquista del espacio, de Fito Páez

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Foto: Facebook Fito Páez

1: “La conquista del espacio”

Empieza tan Páez que duele. Fito hace lo que quiere con la letra. No la adapta a lo que supuestamente sugiere la música sino a lo que tiene ganas de decir. No es la primera vez que me da la sensación que a Fito le cuesta mucho cambiar algunas palabras una vez que las elige. Tienen que ser ésas y no hay sinónimos que valgan. No importa que se junten o sean pronunciadas a los pedos. Algo así pasa, por ejemplo, en “Tendré que volver a amar”, una (hermosa) canción de Rock and Roll Revolution que tiene un estribillo magnífico y unas estrofas que por momentos se amontonan como el queso de una pizza que llega con frenada inesperada del Glovo de turno.


                

Al minuto “La conquista…” cambia un poco y se pone mejor, empieza a tomar vuelo como ese Monumento a la Bandera-Cohete que sale hacia arriba en la primera imagen del disco que se difundió. Las cuerdas acompañan muy bien y puedo ver al Monumento atravesando el aire en busca del más allá. Me encanta la parte “y otra vez desandándonos y preparándonos para un nuevo mundo”, también cuando Fito canta “sálvese quien pueda”.
Está bueno lo que dice Fito: “Entre los artistas no se encuentra el enemigo”. Lo reafirma invitando a varios colegas, según escucho, porque no puedo chequear quiénes son. Una de las desventajas de la vida online es que los créditos se pierden en el pozo de lo intangible. Lejos quedaron las épocas en las que uno se colgaba durante toda la escucha del disco leyendo la letra chica de los álbumes. Así uno se enteraba cosas como el estudio donde se había grabado, los músicos, los invitados, los agradecimientos. También detalles como “este disco fue registrado en Buenos Aires durante la cuarentena de Coronavirus del 13 al 27 de marzo”. La solución, por supuesto, es comprar el disco, pero no tengo plata.
Pero bueno, googleando un poco -no me pidan precisión periodística, nadie me paga por escribir esto, tampoco me obligan-, veo que participan el cantante de Francisca y Los Exploradores, que fue invitado al Gran Rex que hizo Fito en 2018 (¿o el Luna Park?). Esa noche cantaron juntos “Villa Urquiza”, una canción que está en el último disco del grupo indie. Estuvo lindo pero así como vino se fue. Al final, Francisca -que no se llama así sino Franco Saglietti- le hizo una reverencia de rodillas a Fito que me pareció más una burla que una exageración. Nada que ver al homenaje elegante que le hizo Jorge Drexler a Prince en la entrega de los Oscar hace un montón de años. Fito se río y lo hizo parar rápido a Francisca, Prince reaccionó como el culo.
También están el cantante de Conociendo Rusia, Mateo Sujatovich (hijo de Leo), Juanes y María Campos, que no tengo ni la más pálida idea quién es. Hay muchos huecos en este texto y la curiosidad me obliga otra vez a googlear mínimamente.
María Campos, “la cantante que hace bailar a todos, ¡hasta a Adrián Suar!” (revista Hola, 3 de junio de 2019). "La María Campos le pone ritmo al desamor" (Ámbito, 14 de noviembre de 2019). El diario fundado por Julio Ramos aseguró ese día que la propuesta de María es "bailable y sensorial", con "tintes de bachata, blues y el bolero en una actitud de tango y rock".


                

Entre los artistas no se encuentra el enemigo, es cierto. Aunque Iorio se saque fotos con Biondini muchas de sus canciones seguirán conmoviendo. Cómo puedo poner el foco en las declaraciones circunstanciales de un tipo en lugar de hacerlo en sus letras. Nadie me va a convencer de que una frase perdida que nadie recordará jamás como "No puede ser que haya criaturitas de 15 y 16 años que apoyen la muerte del no nacido. ¿Cómo nadie les clava un destornillador en la oreja a estos putos malvados?” va a ser más importante que “Masticando esta siniestra heredad, prisionero estoy en mi ciudad natal. Donando sangre al antojo de un patrón por un misero sueldo con el cual no logro esquivar el trago amargo de este mal momento. Mientras el mundo, policía y ladrón, me bautizan sonriendo, gil trabajador”. No hay grieta posible ahí.
Entre los artistas no se encuentra el enemigo es, quizás, la respuesta a una duda que persigue a Fito desde hace décadas y que estaba colgada en una de las paredes de su casa en Rosario. Era un cuadro del Martín Fierro que decía “Naides sabe en qué rincón se oculta el que es su enemigo”. Fito tomó esa frase como un símbolo de lo que pasó con sus abuelas, asesinadas en aquella vivienda en 1986 por un par de hermanos que conocían a la familia. El principal asesino, Walter Di Giusti, frecuentaba el ambiente musical de Rosario, se asomaba por la ventana al comedor de la casa de Fito en calle Balcarce para intercambiar palabras con él. Terminó matando a las dos viejas y a la empleada doméstica de manera inexplicable un mediodía caluroso de principios de noviembre.
Fito cayó en una depresión profunda que le costó su relación con Fabiana Cantilo y le cambió la forma de ver el mundo. Sin embargo, la música lo salvó. Compuso Ciudad de pobres corazones, tocó con Spinetta, se fue al Festival de Varadero, se apoyó en Charly. Conoció los libros de Bukowski. Compuso Ey! a las apuradas para dejar de pensar en todo aquello. Está claro que para Fito el arte y los artistas nunca estarán del otro lado.

2: “Resucitar”

El primer corte, el más conocido a esta altura. Tema de separación desde el punto de vista del que se va (porque lo fueron). Siente culpa pero cada vez menos. “Y vos buscaste otro amanecer”, canta Fito y pronuncia la última sílaba como si fuera Dante Spinetta en IKV. La batería de Abe Laboriel, desde ahora “el batero de Paul McCartney”, se impone casi tanto como los arreglos beatles (fundamental el coro del final que dice “otra vez, otra vez”). La canción se pone densa a medida que avanza y se alcanza a transmitir el dolor del narrador. Una reflexión muy Fito: nos amamos, algo pasó, seguimos como podemos pero ya llegará algo mejor. Fito nunca ve la vida desde una postura negativa. Lo hizo en el período 87/88 por los crímenes pero fue una excepción. Es conocida su frase “yo no vengo a ofrecer mi corazón un carajo”, pronunciada en alguna entrevista de aquellos años, una postura que reflejaba su falta de fe en la vida y en las personas. También es conocida la escena en la que dejó de pensar así. Sucedió en los camarines de Cemento, donde el Indio Solari, nuestro líder holograma como los Jedi de Star Wars, le dijo cómo vas a decir eso, si es una canción muy linda.
Lo curioso de “Resucitar” no es que sea una canción de separación sino que Fito encuentre otra faceta para hablar de una temática tan masticada. “No es fácil vivir con el dolor que te causé, pero empiezo a sentirme bien”. Se hace cargo de su traición y no manda al diablo a su interlocutora, como sí sucedió, por ejemplo en “Rock and Roll Revolution”, donde se pone en plan acusatorio, soberbio, muy orgulloso y por eso mismo muy dolido con una relación que a todas luces no anduvo.
“Resucitar” tiene más puntos en común con “Fue amor”, hermosa balada de fin de romance intenso e inolvidable. Ahí también Fito reparte responsabilidades, asume su parte y tira las inquietantes líneas “No está bien romper un corazón, deja vu de lo que va a venir” y “hay un boomerang en la city, mi amor, todo vuelve, como vos decís”, que hacen que todxs los que se mandan alguna sientan que sólo es cuestión de tiempo para que el sufrimiento les toque a ellxs.

3: “Las cosas que me hacen bien”

Una mezcla de “El chico de la tapa” con “Let’s spend the night together”, con un dejo de “A rodar la vida”, “Buena estrella” y la versión de Claudio Gabis de “Nena boba” cantada por Fito, claro. Otra vez el amontonamiento de palabras, a esta altura una marca registrada. Otra vez la mención al enemigo. Podemos decir que al enemigo se lo combate con arte y con “las cosas que nos hacen bien”.
Fito fue cambiando su manera de cantar con los años: pasó de imitar a Charly, tener influencias nebbieras, soltarse con Prince y adoptar un estilo propio definido que mutó hasta volverse medio tanguero, culturoso bordeando la tonada Martín Caparrós de la vida. La forma de cantar de un tipo que es capaz de encargarse de las visitas guiadas del MALBA y que también tiene la necesidad de reencontrarse con el veinteañero que usaba un solo calzoncillo. Así llega el gran momento de “vamos con la cumbia, con la misa, el perreo, el fernet con Coca-Cola y tu mamá también”. Ahí Fito convence a todos.
La canción es ideal para un gran momento en vivo: solo de viola, percusión, caños. Una virtud de este disco es que la participación del guitarrista Juani Agüero está contenida y en su justa medida, algo que en vivo no sucede porque sus solos desmedidos quedan en la nada, no transmiten demasiado. Se desinflan y hacen mirar el celular. A veces no hace falta ser tan rockero para dejar una marca. Es sólo una cuestión de actitud.
En “Volver a mí” Fito también hablaba de las cosas que le hacían bien y agregaba el “de verdad”, como si antes hubiese estado viviendo cosas que le hacían bien de mentira. Lo cantaba en una canción que como en “Rock and Roll Revolution” también tenía un fuerte resentimiento y una posterior reafirmación personal. "Estoy tragándome el dolor, mordiendo el polvo del amor. Vivo solo y encerrado en una gran habitación esperando una maldita decisión", cantaba, anticipándose 17 años a la cuarentena del coronavirus. "Pensándolo un poco mejor, no sé quién te crees que sos. No me vas a hacer el juego, soy la luz y soy el gas y ya no me queda tiempo para vos", cerraba.


                   

4: “La canción de las bestias”

El comienzo es igual a “Dust in the wind” de Kansas. Fito canta lindo: “No puedo evitar -dice, como si fuera Pappo- hacer el daño y después mi corazón se rompe en mil pedazos. Mi alma es una casa donde vive el amor y las más profundas fantasías del terror”.
Sí, Fito, been there. Todes nos mandamos cagadas y después nos queremos matar. Siempre convivimos con esos polos porque cuando dios te da un don también te da un látigo y ese látigo es solamente para autoflagelarse. “What is it inside our heads that makes us do the opposite? Makes us do the opposite of what's right for us?”, canta Jim James en mi canción preferida de My Morning Jacket. ¿Qué hay en nuestras cabezas que nos lleva a hacer lo contrario a lo que nos conviene? Andá a saber. A veces es simple estupidez.
La producción del disco garpa cada vez más. Mérito de Fito y de Diego Olivero, también bajista de la banda. La canción tiene una coda solemne que le da un poco más de oscuridad y por eso mismo la mejora. Linda balada. “Dust in the wind” también es un temazo.

5: “Gente en la calle”

Con Lali Espósito. Esta canción va a sonar mucho en las radios y también cuando los canales de noticias muestren el estado del tránsito en avenida Dellepiane.
Linda combinación, aunque cuando cantan juntos eso de gente “en Pueyrredón y Libertador” me provoca un rechazo inevitable. El mismo que me aparece con los Conociendo Rusia y su Cabildo y Juramento. Esquinas de zonas de Buenos Aires donde la cuarentena por el coronavirus es una excusa para tener dos semanas de vacaciones indoors. Y si bien la letra habla de distintos barrios e intenta hacer un paneo de todo lo que pasa en la ciudad, cuando Lali habla del Parque Lezama no le creo nada. Pero sé que el problema es mío y que esta mini reseña no se justifica en lo más mínimo.

6: “Ey, you!”

Con Hernán Coronel. El mejor tema del disco. Una suite funk cumbiera que al principio descoloca y convence de inmediato. Me da ganas de que Fito le produzca un disco a Mala Fama. “Andate, correte, sali. Alejáte de ese gil que en un noventa por ciento siempre te hizo sufrir”, es la mejor parte de la letra.
En lo primero que pienso es en “Paranoica Fierita Suite” de Rey Sol. Una historia policial con distintas fusiones que hoy parece un paso previo inevitable en el que Fito metió mucho en poco tiempo y se desbordó. “Ey, you!” logra que la mezcla de géneros suene más natural e irresistible. Ojalá se vuelva hit.

                   

7: “Nadie es de nadie”

Otro tema marca Páez que podría haber estado en más de un disco. Quizás el punto menos interesante de todo el álbum. Historias dentro de la gran historia de Fito: el amor -su falta o su abundancia- como eje fundamental de su vida. “Primero me rompiste el corazón, así de una, y anduve por ahí muy borracho y resfriado cada noche ladrándole a la luna. Después el corazón te lo rompieron a vos. Se gana y se pierde todo el tiempo”, canta en otra manera de decir que hay un boomerang en la city, mi amor.

8: “Maelström”

Linda canción, suena a la perla oculta del disco. Hay una frescura que atraviesa todo el álbum y que recuerda a canciones como “Limbo mambo” de Confiá. Esa frescura también estaba en La ciudad liberada, pero aquel disco de 2017 tenía muchas canciones y no terminaba de cerrar. La conquista del espacio es más corto y por eso es más directo, convence más rápido.
Cuando este tema suene en vivo va a ser muy bueno acompañar cantando desde la platea eso de “y hoy me siento feliz…”. Yo probablemente lo haga mientras insulte mentalmente a lxs que no pueden parar de grabar el recital con el celular, casi un homenaje moderno a los rolingas que tapan los escenarios con las banderas.
La vuelta final de “hoy, mañana y ayer” me hace acordar a algo pero no sé bien a qué. Es algo que sucede a lo largo de todo el disco. Hay recursos clásicos de la música pop que entran y salen, un resumen bien aprendido de citas y guiños que mejoran el disco y que en definitiva ya no le pertenecen a nadie.

                     

9: “Todo se olvida”

Bueno, si el amor es el eje fundamental de la vida de Fito este tema lo expone de manera directa: “Amor es el mejor sentimiento, amor es la palabra perfecta. Amar es sagrado, amar es lo único que te dará libertad. El amor no es más fuerte que la muerte. En el amor solo se trata de estar cerca. Amar cruzando el mar del tiempo juntos. La vida sin amor no significa nada”.
Si es amor cruzará huracanes y tormentas, decía en otra canción. Allí también aseguraba que "la sabiduría llega cuando no nos sirve para nada, no se puede evitar. Y todo lo que pasa conviene. Son las reglas del destino, son las reglas del amar". El peine para los pelados que vuelven a tener pelo ante cada esperanza que aparece. Con el diario del lunes todos sabemos que esa persona no nos convenía. ¿Pero no nos convenía o nos dejó de convenir después de un tiempo? No es lo mismo. La gente suele pensar que una relación que se termina fracasó, pero se olvidan de los momentos en los que tuvo éxito. Juzgar una relación por las causas y consecuencias de la ruptura es analizar una serie por su último capítulo. Se dejan de lado días, meses, ¡años! de felicidad constante, de momentos de aprendizaje y emoción. La sabiduría entonces, es ver la película completa, eso que hacen los críticos. Los artistas avanzan a ciegas como las personas cuando se enamoran. Nadie abre un libro para confirmar lo que pensaba, ni siquiera los que escriben.
Pero podemos suponer: “Viendo a los barcos partir no puedo dejar de sonreír. Van directo a un lugar: a la tormenta perfecta”, canta Fito en este tema final. Es la influencia de los años que nos ponen en un lugar de cinismo que nunca es tan fuerte como para detenernos. También es un link tanguero: si yo pudiera, como ayer, querer sin presentir.
El teclado marca la canción, que podría funcionar como otra declaración de principios de Fito, quizás la más honesta de todas. Ninguna pretensión como las de “Al lado del camino”, donde se jactaba poner música en los walkmans de todes. Acá hay simples confesiones y necesidades de un tipo que sabe dónde está parado y se siente bien con su lugar. Son puras obviedades, dice un comentario en YouTube. Sí, pero a Fito le salen lindas. 


                 

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